Si las redes sociales, Internet y en general las nuevas tecnologías han logrado algo en la última década ha sido globalizar la información. Ser cronistas "de la vida" ya no está reservado a periodistas y medios de comunicación, sino que cualquiera puede convertirse en un redactor influyente o influencer, como prefieran, con un poco de pericia al teclado, a la cámara y con algo interesante y distinto que contar.

La gastronomía, la moda, el deporte, la música o los videojuegos han hecho que apasionados de estos sectores dejen de compartir solo con su entorno sus conocimientos y los vuelquen al mundo entero. Pero, como en todos los ámbitos, para querer transmitir hay que saber hacerlo. No todo vale y hay unas reglas básicas, al menos de gramática y de sintaxis, que es preciso que se respeten por consideración al idioma y al lector.

Hoy vivimos en la cultura del «picoteo» y de la multitarea. Le damos «me gusta» o retuiteamos artículos que no nos leemos y hemos pasado de la lectura rápida de los titulares en prensa a la búsqueda de información en foros y blogs.

Viajamos a otro continente y seguimos las hazañas de un viajero que ya lo hizo antes, si no sabemos si comprarnos una falda de cuero, por si no somos "trendies", una bloguera nos destapa las tendencias de la temporada en un clic. Hacemos brownies sin lactosa gracias a un cocinero amateur y leemos artículos de periodistas que por fin pueden publicar su opinión sin filtros ni censura.

Pero… ¿cómo se crece en este mundo que al abrirse de forma tan exponencial nos hace microscópicos? Estas dudas las resolvimos, o al menos lo intentamos, el pasado miércoles en el Primer Encuentro de Blogueros de Ibiza que organizó la delegada de la Fundación Bit en las Pitiusas, Anne-Laure Debrix, con buen gusto, criterio y un gran poder de convocatoria. En las sillas repletas de un espacio que es un regalo para los sentidos, District Hipérbole, pudimos dar algunos consejos para que esto de construir palabras nos haga más libres y mejores. En mi caso abordé cómo en Estados Unidos los blogueros son una herramienta principal del marketing y cobran por su trabajo en el 85 por ciento de los casos, algo que en España solo se extrapola a unos pocos afortunados que rozan el 9. Insté a estos amantes de las letras, la fotografía y los vídeos a no desfallecer porque aquí todo llega siempre tarde y mal, pero acaba aterrizando. En esencia es el mismo consejo que puede dársele a cualquiera que monta una empresa: trabajo + constancia + optimismo + actitud= recompensa. La toalla solo se tira cuando está sucia y precisa ser sustituida por otra, y puede que los primeros años sean duros pero al final quien siembra recoge (cuando la semilla es de calidad, la tierra la idónea y se usan los abonos necesarios, como en todo en la vida).

Para los periodistas que escribimos en blogs de cuentas, nuestro a día a día es un baile constante en el filo entre lo que los usuarios quieren consumir y lo que las marcas quieren contar. Nadie se hará viral por ciencia infusa en un día, puede que tengamos suerte y algún famoso comparta nuestros post, pero por si eso no ocurre está bien que estemos preparados y seamos constantes, contrastemos la

información, seamos serios, respetuosos y creativos y hagamos de la empatía nuestro santo y seña.

Los blogs son hoy en día la herramienta más óptima y el imán más fuerte para subir puestos en Google ya que, en sectores como el turismo, el 89 por ciento de los internautas que adquieren productos consultan estas herramientas.

Los estudios demuestran que los visitantes pasan un 50 por ciento más de tiempo en blogs que en páginas comerciales y el 84 por ciento de quienes leen un artículo que les interesaba sobre un producto se hacen con él.

En cifras las tendencias de compras esgrimen que un 49 por ciento de lo internautas que adquieren un producto lo hacen seducidos por foros y blog, un 45 por ciento por recomendaciones de amigos, un 27 por redes sociales, un 26 por publicidad online, un 24 por mailing y solamente un 11 por ciento por publicidad tradicional.

Puede que a veces la frustración llame a nuestra puerta cuando, tras dedicar horas a una publicación, esta no obtenga el éxito que esperábamos, pero la vida es un horno que no controlamos y en el que a veces las magdalenas se nos queman o se nos quedan crudas. ¿Compartimos este artículo?