Los datos de facturación que refleja el IB-Salut son sólo una parte del coste sanitario que supone a las arcas públicas la atención a los turistas: 13,7 millones de euros. En los primeros ocho meses del año el incremento supera el 19 por ciento respecto al mismo período de 2015, circunstancia que revela el aumento de turistas y el buen cartel que tiene la sanidad pública entre nuestros visitantes de la Unión Europea. Y es que, en cumplimiento de los tratados internacionales, el IB-Salut sólo puede recuperar el coste de la atención prestada a pacientes que no son titulares de la Tarjeta Sanitaria Europea (TSE) –a los que se atiende en las mismas condiciones que a los españoles– pero sí que disponen de seguro de viaje.

La competencia. Los responsables del IB-Salut están detectando un desplazamiento de la demanda en su favor frente a la red sanitaria privada, la cual atendía de manera casi en exclusiva este tipo de mercado. Balears, en este sentido, tiene en este tipo de prestaciones un importante valor añadido respecto a otros destinos mediterráneos, tanto dentro como fuera de nuestro país. Tanto las redes públicas como privadas ofrecen una calidad asistencial envidiable, pero el IB-Salut está obligado a compensar en la medida de sus pobilidades –y a la vista está el esfuerzo económico que se realiza– los gastos de esa asistencia sanitaria y tratar de recuperar los costes que se generan.

Un buen cartel. La sanidad española, en su conjunto, tiene una excelente reputación en el exterior pese a los recortes de años pasados. En este campo también habría que incluir el sector farmacéutico, cuyos precios y la accesibilidad de los medicamentos en España también generan una demanda suplementaria que conocen muy bien las boticas de las zonas turísticas. En todo caso, el IB-Salut debe extremar su control para garantizarse el cobro de un gasto sanitario que debe correr a cargo de las empresas aseguradoras extranjeras. El sistema no está en condiciones de ser poco exigente en este apartado.