Tras las subidas de diciembre-enero llevamos unos días con cierto titubeo en las bolsas, especialmente en las europeas que ya empezaron a sufrirlos a finales de enero. Lo primero que se debe hacer es saber por qué se está bajando y cómo afecta a la estrategia inicialmente predefinida.

De momento, los ligeros recortes parecen no tener un fundamento sólido. Se habla del riesgo político en Francia por el temor a una victoria de la ultraderecha que provoque un nuevo “proteccionismo” como el que se puede intentar en Estados Unidos y Reino Unido. A meses vistas de las elecciones, teniendo en cuenta que en el país vecino hay dos vueltas parece demasiado aventurarse. Es más, simplemente observando cómo el mercado recuperó cada vez más rápido el nivel previo a las últimas “sorpresas” políticas, véase referéndum brexit, Trump y referéndum italiano, es fácil descubrir que no es suficiente razón.

Entonces hay que buscar otros motivos, y el más simple y a la vez más razonable es que se trata de un simple recorte por una toma de beneficios, el cual será más o menos prolongado.

Aquí entra la estrategia, que se debe tener implementada desde antes de la inversión para evitar subjetividad y dejarse llevar por miedos o euforias. Quien invierta a muy corto plazo vía acciones es posible que le hayan saltado algunos (no todos) “stops” de protección; si es así puede buscar nuevas compañías donde invertir.
Sin embargo el que lo haga a largo plazo vía fondos, parece poco razonable que se mueva y deberá esperar a que, si es el caso, las pérdidas lleguen al nivel máximo que se había marcado.

Es muy peligroso, y demasiado frecuente entre los pequeños inversores, recomprar una acción que ya haya caído para “rebajar el precio de compra”, esto provoca que se pierdan oportunidades de diversificar y que, en caso de prolongarse las caídas, la pérdida sea irrecuperable.