Franz Löhnert y Pablo de Juan, los dos de pie a la izquierda de la imagen, con parte del equipo de Glifstock.

Franz Löhnert tuvo un gran disgusto cuando perdió las fotos del nacimiento de su primera hija. Las tenía guardadas en la nube pero, por motivos que todavía desconoce, la empresa dejó de proveer el servicio y los archivos se perdieron. Prometió que nunca más le pasaría e ideó lo que hoy es Glifstock, un sistema de almacenamiento de datos offline en discos.

Löhnert, director ejecutivo, y su socio Pablo de Juan, director de tecnología, fundaron esta empresa hace tres años y hoy tiene diez trabajadores con una edad media de 26 años. Están especialmente orgullosos de que la empresa se nutra de ingenieros e informáticos de la UIB, que “nada tienen que envidiar a los alemanes”.

El nombre de la empresa hace referencia a los glifos, representaciones en piedra de ideas o conceptos que escribían mayas y egipcios. “Para nosotros son la representación de guardar datos a largo plazo. Grabar en láser sobre el plástico es como grabar sobre piedra, porque lo que está escrito no se puede manipular. Glifstock permite con su software crear glifos digitales”, explica Löhnert, de origen alemán.

TECNOLOGÍA. El servicio que ofrece Glifstock es el de archivo de datos en sistemas offline, de manera que la información ni se pierde ni se puede robar.

Glifstock ha creado un sistema eficiente robotizado que recibe la información que llega, la graba en medios ópticos y la almacena. “El encriptado se produce en origen. Glifstock recibe los datos y el robot los guarda en medios ópticos de alta densidad de 100 gigas como M-disc. Son discos de blue ray, no tienen fecha de caducidad. Ni se rayan ni se oxidan”, indica. “La ventaja del medio óptico es que frente a cualquier otro sistema de almacenamiento actual, los datos no se pueden manipular”, prosigue. Los datos, puntualiza, siempre son del cliente. “Nosotros somos un custodio independiente”.

Una vez que la información está en glifos, existen dos maneras de recuperarla. “Devolvemos los datos a la nube, o la otra opción que piden muchas empresas es que una vez los archivos salgan de internet, no vuelvan a entrar nunca. Entonces si piden una copia, viaja por medio postal certificado en un disco o USB. Siempre llegan los datos encriptados”.

En cuanto al tiempo de devolución, siempre es inferior a 48 horas, pero indican que en la mayoría de casos tardarían unas cuatro horas.

PELIGROS DE INTERNET. Franz Löhnert es claro al hablar de los peligros que tiene internet. “Hay que ser consciente de que internet es un medio de comunicación intervenido. Toda la información, si no está encriptada, es como una postal. Estás confiando en que los demás no lo vayan a leer. Hay estadísticas que dicen que más del 70% de empresas que se dedican a innovación e investigación en Alemania han tenido problemas de ‘hackeo’. Es decir, les investigan y les roban información. Y son extrapolables a todos los países europeos. El miedo es que te roben la idea antes de haberla patentado”, señala, mientras añade un segundo problema derivado de almacenar información online. “Con el tiempo, los datos en internet se borran o se pierden. Por ejemplo, hay empresa de almacenamiento en la nube que externalizan servicios, el problema es que no sabes realmente en qué país y bajo qué jurisdicción están tus datos. Si no vienen encriptados previamente, ya están vistos”, indica.

Todavía suenan los casos más mediáticos de robo masivo de datos como el que afectó a Yahoo, al que robaron información de más de mil millones de usuarios de todo el mundo en 2013, que se añadió a otro robo de 500 millones de cuentas en 2014.

SERVICIOS AL CLIENTE. Glifstock ofrece el servicio de archivo de datos tanto a particulares como a empresas. En el caso de compañías, bancos, hospitales o despachos profesionales, el almacenamiento de archivos muchas veces viene por obligación legal. “Si tienes información de la que depende tu empresa, que pueden ser contratos, patentes, fórmulas, etc., es de gran utilidad. O por ejemplo, una empresa de publicidad tiene un cliente muy grande que le pide las campañas que hacían hace años. Entre migraciones de servidores y cambios de servicio, los datos ya no están. Y esto es dinero perdido, inteligencia de la empresa perdida. Esto no les va a volver a pasar porque ahora con cada proyecto que se cierra se genera un glifo que se guarda y se archiva diez años directamente. Dentro de diez años, nos dicen si lo quieren mantener o no”, indica.

Otros casos son los profesionales que tienen que guardar datos por obligación legal. “Los IVA de autónomos o datos fiscales de las empresas tienen que guardarse prácticamente toda la vida. O todo un clásico: asesores de impuestos o abogados, que generan mucha documentación. La gestión de esta información en la nube está bien, pero no te salva de borrados accidentales o de manipulación de archivos. En nuestro caso no se puede añadir ni manipular nada”, pone de manifiesto.

Para los particulares, el archivo de datos tiene numerosas utilidades, explican los fundadores. “En el ámbito personal existe un problema grave, y es que toda nuestra vida digital básicamente se está borrando porque no hay control detrás de ella. A largo plazo, se pierden las cosas. Por ejemplo, expedientes médicos o nuestro expediente académico. ¿Qué vas a hacer con esta información? La hipoteca que hemos firmado, ¿qué firmé? Deberíamos tener una cláusula digital guardada en un glifo con a lo mejor 30 años para estar seguros de que si la necesitamos, estará ahí”, argumenta. Otros datos que pueden ser de interés son todos los trabajos del colegio, miles de fotos... “Cosas que ahora guardamos en el ordenador o en la nube con bastante descontrol”, puntualiza Löhnert.

“Es en todos estos casos donde la opción de no viajar más online se convierte en una buena opción. Tener secretos en la era digital se complica. En cambio, nuestro sistema robótico no permite robar masivamente rápido, y lo que se llevarían si pasara estaría dos veces encriptada, en origen por el cliente y luego también por nosotros”, explica.

EXPANSIÓN. Desde Glifstock ponen de manifiesto que su producto es complementario a la nube, no sustitutivo, ya que sigue siendo muy útil para todos los datos que están “vivos”, que se necesita su manipulación o consulta al instante. Pero están convencidos de que su producto cubre una necesidad del mercado y están planeando su expansión internacional, a la vez que amplían su oferta de servicios. Por ejemplo, una de sus últimas incorporaciones es un servicio de digitalización que escanea documentos físicos. Su sistema es escalable y cuentan con dos almacenes físicos en Palma y otro que ubicarán en Alemania en los próximos meses.

El futuro de la empresa pasa por crecer y abrirla a capital externo. En cuanto a ventas, en breve empezarán a comercializar su producto dirigido a particulares en una conocida cadena de tiendas de electrodomésticos e informática por toda Europa. Venderán glifos de 8 gigas de almacenamiento por 10 años ubicados al lado de los discos duros y USB.

Tras casi un año y medio haciendo pruebas, están preparados para crecer en un mercado potencial mundial que califican de “billonario”.