Está demostrado que diversificar en bolsa es muy rentable, y una de las formas que hay para hacerlo es la inversión en bolsas extranjeras, ya sea de forma directa vía acciones o indirecta vía fondos de inversión.
Con esta operativa puede surgir un elemento añadido al binomio rentabilidad-riesgo: la evolución de la moneda. El “riesgo divisa” no es exclusivo de la inversión en bolsa, también se asume en renta fija e incluso el empresario que compra o vende en otras zonas; mención aparte es la contratación de “hipotecas multidivisa”.

Se ha utilizado el verbo “poder” a la hora de definir el riesgo, esto se debe a que existe la posibilidad de invertir en bolsas o en renta fija no euro sin asumirlo; la forma más simple es hacerlo vía fondos de inversión cubiertos o “hedged” que incorporan en su patrimonio derivados para contrarrestar la evolución de las mismas. Si se invierte de otra forma, o bien se hacen transacciones como las comentadas, también se pueden hacer coberturas, aunque es mucho más complejo para un particular sin conocimientos.

La divisa más utilizada es el dólar, y ha dado muchas alegrías en los últimos años. Todo hace pensar que continuará, debido a las diferentes políticas monetarias en Europa y en EEUU. El nivel clave está en la consolidación del euro por debajo de los 1,05 dólares; sin descartar otro posible freno en el nivel psicológico de la paridad.

El yen japonés también se ha comportado bien desde 2015, sin embargo el soporte de los 111 yenes ha sido demasiado fuerte. Hay que prestar especial atención a la rotura de los 123-127; de no producirse sería una gran noticia para quien no esté protegido.

La libra está en caída libre tras el reférendum del brexit. Si finalmente las consecuencias son limitadas el movimiento se invertiría. Aun así, puede vivir demasiada volatilidad para los inversores menos arriesgados.