Los propietarios que alquilan su vivienda turísticamente explican que es un complemento a sus ingresos y también una ayuda para poder mantener el patrimonio familiar. Sin embargo, ponen de manifiesto que no es “un chollo ni dinero que cae del cielo” sino que requiere mucha dedicación y da algún que otro quebradero de cabeza.

La ventaja más evidente del alquiler a turistas frente al de largo plazo es el dinero, ya que aumenta considerablemente la rentabilidad. Los ingresos varían en función de las características de la casa. No es lo mismo un estudio que una casa o que una villa en primera línea y hay oferta en todos los precios, desde 50 euros por noche hasta los 800. Y en segundo lugar, tienen más control sobre el inmueble, ya que el arrendamiento es por días o semanas, lo que evita desperfectos en la vivienda y en temporada baja pueden utilizarla. Los propietarios afirman que han tenido malas experiencias con el alquiler habitual por años, ya que cuando los inquilinos se han marchado se han encontrado daños y nulo mantenimiento. Por contra, los turistas suelen ser cuidadosos y respetuosos con lo que se encuentran.

La vivienda requiere de una inversión antes de poderla alquilar, ya sea una gran reforma o un ‘lavado de cara’, con electrodomésticos y muebles nuevos. Hacer una piscina se ha convertido casi en obligación, ya que las agencias lo demandan y el precio del alquiler se puede llegar a duplicar. Las vistas al mar o que esté a poca distancia también incrementan el interés. En cuanto al mantenimiento, los propietarios suelen tener un servicio de limpieza para las salidas y entradas. Los jardines también suponen un gasto extra, y en cada salida revisan que todo está en perfectas condiciones.

INTERMEDIARIOS. Los propietarios explican que el precio que se cobra por día poco tiene que ver con las ganancias que se llevan finalmente, ya que los distintos intermediarios cobran “buenas comisiones”. Por una parte, las agencias se encargan de comercializar las viviendas con un margen que suele rondar el 20%, aunque algunas llegan al 50%. Por otro lado, las plataformas de alojamiento colaborativo se llevan una comisión de entre el 5 y el 15% por cada reserva.

Actualmente se permiten las estancias turísticas en viviendas con un máximo de seis dormitorios y 12 plazas, con un baño para cada tres plazas y comercializándolo por no más de dos meses. Tienen que ofrecer limpieza periódica, ropa de cama, lencería, menaje, mantenimiento de las instalaciones y servicio de atención al público en horario comercial, además de un seguro de 300.000 euros con responsabilidad civil por daños corporales y materiales. En Balears se permite, por el momento, el alquiler turístico en viviendas unifamiliares aisladas, entre medianeras y pareadas.