Rosa Parks (1913-2005) era afroamericana y natural de Alabama (EEUU), tenía 42 años aquel 1 de diciembre de 1955 en el que de nuevo tomó el autobús para volver a su casa. Ese día, nuevamente, se sentó con obediencia en uno de los asientos asignados a los ciudadanos de segunda que tenían su misma raza… si –como es lógico- ningún blanco necesitaba usarlos. Cuando ese primero de diciembre el autobús se llenó y su asiento iba a ser necesitado para que nuevos pasajeros –blancos, se entiende– lo ocuparan, Parks se negó a desalojarlo.

El chófer increpó a aquella descarada para que abandonara su asiento, como habían hecho sus tres compañeros de fila (negros como ella). Rosa nuevamente se negó y el conductor enfurecido, tras intentar echarla del autobús, avisó a la policía que, tras esposarla, la bajó del autobús.

Aquel hecho no pasó desapercibido para un joven y carismático pastor de discurso fácil llamado Martin Luther King Jr. (1929-1968). Ni para él ni para la comunidad afroamericana, que se organizó para boicotear, de forma pacífica, aquella sociedad que otra vez les humillaba.

Afortunadamente el caso de Parks fue resuelto por la Corte Suprema de los Estados Unidos declarando que la segregación racial era contraria a su Constitución y aquella valerosa costurera, que dijo “basta” a lo que consideró un abuso, hizo que la ley cambiara para resolver aquella injusticia.

En Eivissa, con el tema de las hamacas y las sombrillas, no es necesario cambiar la ley… tan solo se tiene que cumplir. La normativa que regula la instalación de elementos en la playa es muy clara en cuanto a ubicación, número o precio máximo, aunque otra cosa es el cumplimiento que hacen los concesionarios.

El incumplimiento de dicha normativa, por parte de algún empresario espabilado, busca una ventaja sobre el resto e irremediablemente hace que el incumplimiento se generalice.

A los políticos les encanta “inventar” nuevas normas -sobre todo si son recién llegados- que impresionen a sus votantes y que aparente que “hacen cosas”. Muchas veces, no es tan complicado velar por el bien común y solo hay que decir “basta”, hacer cumplir la normativa existente y/o establecer su cumplimiento como requisito para próximas renovaciones.