Nando Pons posa con sus padres, su mujer y sus hijas. | Javier Coll

La profesión de colchonero ha desaparecido prácticamente de nuestro país. Los colchones de lana han sido progresivamente sustituidos por equipos de descanso de última generación, cuyos protagonistas son ahora la espuma, los muelles, el látex o el viscoelástico. Sin embargo, antiguamente el colchonero iba casa por casa para renovar las fundas de sus vecinos con la lana que había recogido y lavado previamente. Un proceso artesanal que la fundadora de Cas Matalasser, Margalida Fortuny, conocía muy bien porque lo empezó mucho antes de abrir su negocio de la calle del Carme, en pleno barrio de ses Tanques del Carme de Maó. Este año cumple sesenta años desde su apertura y la tercera generación de esta pequeña empresa familiar que encabeza Nando Pons y su mujer Cristina, apuesta por el márketing online sin perder sus orígenes.

Margarita Fortuny Sintes fue una mujer emprendedora de Alaior, empujada por las circunstancias de su viudedad, que se dedicaba a comprar y limpiar lana de oveja para poder rellenar los colchones de la gente de Maó. Estuvo trabajando en la conocida “boutique del señor matalasser”, propietario original que hacia 1954 decide cederle la propiedad y emigra a Brasil, ante las nefastas perspectivas de funcionamiento de su negocio. En la planta baja de su domicilio de la calle del Carme, Margarita retoma esta actividad y la bautiza como Cas Matalasser, un pequeño establecimiento con vocación de servicio. “La lana la comprábamos en las fincas de Sant Antoni, Binisarmenya y Sant Cardona, al norte de Maó”, explica Jacinto Pons, hijo de Margarita y segunda generación. “Los domingos nos dedicábamos a lavar la lana que habíamos comprado porque entre semana teníamos que ir a ver a nuestros clientes”, explica. “Dormir en un colchón de lana no era una comodidad que estuviera al alcance de muchos y a veces me pasaba una semana en una finca trabajando. Con la bicicleta me movía de un lado para el otro”, añade.

NUEVOS MATERIALES. La espuma fue paulatinamente sustituyendo a la lana en los años setenta y Cas Matalasser se fue transformando en la tienda de descanso que es hoy. Mientras Margarita atendía en mostrador, Jacinto junto a su esposa y sus hermanas se encargaban de las tareas de cosido. Un local de poco más de setenta metros que fue viviendo pequeñas reformas para poder albergar también complementos y ropa para el hogar, como cortinajes, sábanas y toda clase de productos. En 2001, a las puertas de celebrar el cincuenta aniversario de Cas Matalasser, se decide acometer una ampliación del negocio con la apertura de un segundo local en la misma calle del Carme, consagrado únicamente a exposición de primeras marcas del descanso. Este cambio coincidirá con la entrada de la tercera generación encabezada por Nando Pons, que desde pequeño también fue colaborando con su padre y su abuela en la tienda.

NUEVA REFORMA. En 2008 ampliaron la zona de exposición de la tienda original y se incoporaron productos de descanso y hogar con nuevas propuestas pero tratando de no perder el espíritu de una tienda de barrio de Maó, que a partir de ahora dará servicio a toda la isla. “Siempre hemos querido mantener este espíritu de comercio de proximidad que tanto nos gusta, sin perder la esencia de lo que empezó siendo Cas Matalasser y lo que simboliza para muchas personas”, explica Nando Pons.

Estos últimos tres años han conseguido captar nuevos clientes gracias a poner en marcha diversas estrategias de márketing online. “Nuestro futuro pasa por incorporarnos a internet como un nuevo canal a través del que ofrecer mejor atención y productos de calidad. Sabemos que los clientes se informan y se asesoran en internet y por esta razón queremos que Cas Matalasser también esté”, explica. Sus hijas, Claudia y Judith, rebisnietas de la fundadora, corretean felices por la tienda entre telas, cortinas y ropa del hogar, como si fuera un gran decorado multicolor.