El Carnaval se ha celebrado toda la vida en Ibiza porque siempre hubo muchos bandos prohibiéndolo y eso produce el efecto contrario», valoró la directora del Arxiu y de la Biblioteca Municipales de Ibiza, Fanny Tur, quién especificó que, algunos de esos bandos «prohibían que se tiraran confetis de colores y solo los permitían en blanco y negro, otros que los ciudadanos se taparan la cara, que se disfrazaran haciendo burla al ejército y al clero, etc.». Sin embargo, la documentación que tiene el Archivo Histórico refleja que el Carnaval se ha celebrado en la isla desde el siglo XVII y XVIII.

En cuanto a la rúa de Carnaval de Vila, la primera manifestación que se puede considerar como el inicio de la misma apareció durante el carnaval de 1890, con una tuna junto con un grupo de mariol·los que salieron a la calle de forma conjunta. Fue una manifestación que recibió críticas adversas de los periodistas de aquella época porque consideraban groseros y provocadoras aquellos disfraces populares espontáneos. Consideraban que daba mala imagen a una ciudad que debía mostrarse culta, papel que hacían los bailes de Carnaval de las diversas sociedades que organizaban adrede para aquella celebración festiva, como Ebusus, el Club Náutico o el Casino des Moll, tal y como lo refleja la Encilopèdia d’Eivissa i Formentera.

Así lo recuerda también Neus Planells, una vecina de Ibiza de 73 años que vivió su infancia entre La Marina y es Vivé. Ella rememora cómo las tortillas de espárragos salvajes, cebolla, ajos tiernos o patatas que se hacían en su casa significaban el inicio de estas celebraciones y consolidaban al conocido dijous llarder. «A mí me gustaba mucho disfrazarme, pero entonces no había dinero, lo hacíamos abriendo el armario y con mucha imaginación. Recuerdo mis disfraces de pirata, india, negro zumbón o mora. También los de mariol·los que eran disfraces sin definir, pero con el objetivo de que no te conocieran hasta que tu dijeras quién eras», compartió Planells.

Según esta vecina de Vila, era tradición el dijous llarder que los niños disfrazados visitaran las casas de los vecinos para mostrar sus ropajes hasta que les reconocieran o no al reírse. «En aquella época no había rúa de Carnaval como ahora, mis padres me habían hablado de ella y del entierro de la sardina, pero yo no los había visto, pues mi infancia transcurrió en los años del franquismo y había mucha prohibición, aunque siempre hubo alguno que se disfrazó, algún atrevido se la jugaba». opinó.

Eran tiempos en los que la alta sociedad ibicenca iba a que sus modistas les cosieran los disfraces que más tardes lucirían en las fiestas que organizaban las sociedades culturales.