El 1 de diciembre es el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, y a pesar de los esfuerzos de instituciones y asociaciones por concienciar a la población de la importancia de la prevención, este año se han detectado 27 nuevos casos de VIH en Balears.

Uno de los colectivos que está aumentando su porcentaje de infección es el de los hombres homosexuales. De los 27 los nuevos diagnósticos de este año, 21 corresponden a este colectivo.

Una de las causas más probables de este aumento es el auge de algunas prácticas sexuales de riesgo por parte del colectivo gay, como las russian roulette parties. Son reuniones de seropositivos y seronegativos para practicar sexo sin protección sin saber quién está afectado por el virus.

Rosa Aranguren, coordinadora de sida y sexualidad del Govern, asegura que estas prácticas son «difíciles de controlar» y que el VIH «ha pasado de moda y hay poca conciencia». No cree que estas fiestas se hagan para infectarse, sino «por el morbo que suponen las prácticas de riesgo».

A pesar de la existencia de las russian roulette parties, Aranguren sostiene que «no es lo habitual» y que el Govern se está centrando en «aumentar el diagnóstico precoz, evitar nuevas transmisiones y desestigmatizar el VIH», ya que «es un tema transversal y estamos todos dentro».

Joan Viver es el coordinador de ALAS (Associació de Lluita Anti-Sida de Balears), organización que se dedica a la prevención del VIH y a la atención de personas afectadas. Viver asegura que el VIH se invisibiliza «porque tiene que ver con la sexualidad, que es un tabú». Añade además que la gente está «poco concienciada» porque se sabe que con tratamiento no es mortal, pero que aún así hay una discriminación importante del colectivo portador de VIH, ya que no puede acceder a ciertos empleos, como el de piloto o el de miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. También se ponen pegas a la hora de contratar una hipoteca, «porque el concepto social es de una persona enferma, pero la esperanza de vida de alguien con VIH que se trate adecuadamente es de alguien seronegativo».

Del estigma al que se ven sometidos los afectados por el VIH puede hablar J.E.G. Este hombre fue diagnosticado en 1993, y no sabe cómo se infectó, aunque cree que fue «por transmisión sexual». Su vida es prácticamente igual a la de cualquier otra persona, con algunas precauciones como «desinfectar todo con lejía si me corto, y tomarme los antiretrovirales». Lo más complicado para J. es encontrar pareja, ya que le cuesta lanzarse a conocer a alguien. Por eso, «para eliminar el estigma», reclama más información acerca de los seropositivos, ya que asegura que ha oído «muchas barbaridades acerca del VIH», y la mayoría tienen que ver con la transmisión. Reivindica que es muy complicado contraer el virus, pero que aconseja «a todo el mundo que tenga dudas que se haga la prueba».