Perder 9-1 y salir del campo con una sonrisa de oreja a oreja no pasa todos los días, pero pasa. Y es que el fútbol se puede vivir de muchas maneras. Sirva como ejemplo el duelo de ayer entre el Sevilla y el Formentera. El gol de Gabri fue el tanto de toda una isla, la pitiusa menor. Mentira, fue la diana de todo el país, volcado con la gesta de un pequeño que se metió en un mundo de gigantes. Con 7-0 en el marcador, Gabri, el mismo que marcó en la ida, se encargó de hacer que un ‘tercerola’, como se dice vulgarmente a los de Tercera, batiera la portería de una escuadra de Champions League en un estadio galáctico como el Sánchez Pizjuán. Increíble, pero cierto.

El equipo rojinegro puso ayer punto y final a su aventura en la Copa del Rey en la ronda de dieciseisavos de final. Era lo lógico. El conjunto de Tito García Sanjuán, que siguió el encuentro desde la grada al estar sancionado, ya había ganado su ‘Copa’ particular al superar las tres eliminatorias previas contra conjuntos de Segunda División B y gozar así de la oportunidad de medirse a una escuadra de la Liga de Campeones como la sevillista. Como bien decía Marcos Contreras, «las categorías están para algo» y, ayer, el cuadro de Jorge Sampaoli así lo constató con una goleada por 7-1 que no empaña lo más mínimo la enorme actuación de los formenterenses en la competición del KO.

El Sevilla no se anduvo con chiquitas. Ni un solo canterano alineó Jorge Sampaoli en un once de clara vocación ofensiva. Vietto, Ben Yedder, Correa, Ganso, Iborra... No tenía pinta de faltarle gol a este equipo. Todo el mundo era consciente de que el el 1-5 de la ida era más que suficiente, pero el técnico argentino no olvidó que éste era el último partido antes del parón navideño y que los suyos tendrían tiempo de descansar, por lo que apostó por varios de sus ‘cracks’. Con el centrocampista Kranevitter actuando de central junto a Rami, todo lo que había delante era armamento pesado.

Tito García Sanjuán, que dejó fuera de la convocatoria a Górriz, fue fiel a sus ideas y situó sobre el campo su sistema habitual, también de vocación ofensiva. El míster rojinegro cambió dos piezas con respecto al encuentro anterior. Y es que ya había dejado claro que jugarían todos como recompensa al trabajo realizado. Larra, en vez de Dailos en defensa, y Maikel, en sustitución del centrocampista Willy, fueron las caras nuevas.

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El Formentera superó el ‘trauma’ del minuto uno de Sant Francesc, cuando ya perdía por 0-1 merced a un penalti cometido a los 15 segundos. Tuteó a su rival durante los primeros cinco minutos, pero a partir de entonces comenzó el acoso local. Marcos despejó un primer disparo cruzado de Vietto y atrapó sin problemas un posterior cabezazo de Iborra.

Los pupilos de Sampaoli se hicieron dueños y señores de la pelota y las ocasiones de gol empezaron a llover sobre la meta formenterense. Tanto va el cántaro a la fuente que, al final, se rompe. Y éste no es que lo rompieran, es que lo destrozaron. Antes de cumplirse el primer cuarto de hora, Ganso abrió la lata al marcar a placer tras un pase lateral de Kranevitter. La réplica la dio Juan Antonio, que tuvo el empate en sus botas en un disparo desde el interior del área que se marchó junto al palo izquierdo de Soria. El meta hispalense jugó de titular al no ser convocado un Sirigu que está más fuera que dentro del club.

Del 1-1 se pasó pronto al 2-0. Al igual que Ganso, Vietto marcó a placer tras una asistencia de Ben Yedder. El Sevilla puso contra las cuerdas al equipo visitante, al que golpeó hasta cuatro veces más antes del descanso. Ben Yedder, libre de marca en un córner ejecutado por Kiyotake y peinado por Vietto, hizo el tercero. Sarabia se sumó a la fiesta antes de la media hora con un zapatazo raso.

El Formentera logró contener un poco a su rival, pero cuando parecía que se llegaría al descanso con el 4-0 del electrónico apareció Vietto para marcar dos goles en los dos últimos minutos. El primero llegó tras mágico pase entre líneas de Ganso y el segundo, tras aprovechar un despeje de Javi Rosa, quien había despejado sobre la línea de gol un taconazo de Correa. Tras este tanto, el árbitro decidió pitar el final de un primer tiempo en el que cabe destacar los aplausos de todo el campo y los cánticos de los ‘Biris’ en favor del Formentera al cuarto de hora de partido. Esto, sin duda, es lo bueno que tiene el fútbol.

Tras el descanso, el interés estaba en ver si el equipo de Tito García sería capaz de mojar. Y lo hizo. Eso sí, antes marcó Ben Yedder en el 54. Poco después, el minuto 61 resultó glorioso para el cuadro rojinegro, cuando Gabri culminó una jugada combinativa para hacer que todo el estadio cantara gol y se rindiera en aplausos a un Formentera que agrandó su leyenda. Los posteriores goles de Sarabia y Ben Yedder pusieron fin a un partido que pasará a los anales de la historia rojinegra no por su resultado, sino por una gesta de ésas que se ven poco y que hacen grande al deporte rey.