Me pasé gran parte de la EGB de cara a la pared. Cuando se producía un conflicto entre compañeros, la monja aplicaba dos acciones: la primera era poner a los protagonistas de cara a la pared un ratito, sin genuflexión ni garbanzos en las rodillas, que mis monjas eran muy modernas. Acto seguido la hermana Álvarez solucionaba el conflicto de la forma más sensata: Ahora se dan las manos, se piden perdón y vayan a sus pupitres. La fórmula era efectiva, el perdón no siempre había sido total ni verdadero, pero había que seguir compartiendo espacio y el curso, o mejor dicho la EGB era muy larga.
Opinión
De cara a la pared
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